RED BULL STRATOS: RECUPERACIÓN DE LA CÁPSULA Y DEL GLOBO
Con 849.505 metros cúbicos, el globo que llevó a Felix Baumgartner a realizar su salto de récord desde 39.045 metros es tres veces más grande que el globo que, antes que el del austriaco, completó el vuelo tripulado a mayor altura. La pequeña cápsula en la que iba Baumgartner, desarrollada durante cinco años, transportaba, asimismo, un equipamiento técnico de gran valor.
Una vez completada la misión, ¿cómo volvieron el globo y la cápsula a la Tierra y qué les pasó?
Una vez Baumgartner había aterrizado sano y salvo y el Control de la Misión determinó que el globo y la cápsula estaban situados en una zona abierta idónea, se activó un sistema de separación de la cápsula con respecto al globo.
El paracaídas de la cápsula, incorporado en la zona entre la cápsula y el globo, se activó de inmediato. Una tela “restrictiva” cosida alrededor de la circunferencia del paracaídas lo mantuvo a 5 metros de diámetro durante la primera parte del descenso, permitiéndo que la cápsula cayese rápidamente -a unos 610 metros por minuto. A una altitud de 6.096 metros, esa tela restrictiva se soltó gracias a un sensor barométrico, lo que permitió que el paracaídas se expandiese a su diámetro total de 30 metros y eso ayudó a que la cápsula descendiese más lentamente -a unos 6 metros por segundo- y con una oscilación mínima. El descenso se completó en 24 minutos.
La cápsula aterrizó 'suavemente' -el impacto fue de poco menos de 3G- en una zona abierta a 88 kilómetros de la zona de despegue. El impacto solo desplazó el 30% del material de choque incorporado a la base de la cápsula y que sirve para amortiguar el golpe contra el suelo. Tras el aterrizaje, la cápsula cayó hacia un lado, dejando la compuerta de acceso bocarriba.
De acuerdo con su diseño, mientras la cápsula empezaba su viaje de regreso a la Tierra, un cable cortó una sección del globo, lo que empezó la liberación del helio, un gas no tóxico. El polietileno fue cayendo a tierra, adelantó a la cápsula y aterrizó unos 15 minutos después en un punto a unos 11 kilómetros del lugar en que se encontró la góndola de Baumgartner.
Un equipo de doce miembros estaba en marcha para proceder a la recuperación de ambas piezas. En total, formaban un convoy de cinco camiones y un vehículo todoterreno. Gracias a las predicciones de trayectoria de vuelo realizadas por el meteorólogo Don Day, el seguimiento realizado desde tierra por sistemas de rastreo GPS y por sistemas ópticos hizo el equipo estuviese a poco menos de 30 metros de la cápsula cuando esta aterrizó.
Los miembros del equipo de recuperación de la misión creen que oyeron el instante en que Baumgartner rompió la barrera del sonido, mientras esperaban que el equipo descendiese. “Oímos un sonido similar a una explosión sónica”, comentó el jefe del equipo, Jon Wells. “Muchos de nosotros venimos del mundo aeroespacial y en cuanto sucedió, nos miramos sorprendidos, porque conocemos perfectamente ese sonido”.
Al llegar a la cápsula, el equipo cerró, primero de todo, los sistemas de oxígeno y nitrógeno líquido. Wells tomó fotos de lo que en inglés se llama ‘switchology’, la configuración de interruptores de la cápsula y sus cantidades de nitrógeno y oxígeno y su presión, para documentar con exactitud su configuración en el aterrizaje.
Después, el equipo apagó el sistema de 15 cámaras de vídeo y fotos de la cápsula y descargaron sus datos. Entonces, el equipo de Sage Cheshire Aerospace, la compañía de California que construyó la cápsula, completó su recuperación al apagar el resto de sistemas de la bordo y el sistema eléctrico.
Acto seguido se procedió a la recuperación del globo. Una vez el equipo lo encontró, a 11 kilómetros de la cápsula, recogió los 40 acres de material plástico, con un peso total de 1682 kilos, y lo depositó en un trailer descubierto en unos 45 minutos.
Misión cumplida. El equipo de recuperación de la cápsula y el globo llegó al punto de despegue de Roswell a las cinco de la tarde, hora local, siete horas y media después de que Baumgartner saliese en dirección a las puertas del espacio y unas 21 horas después de que la mayor parte del equipo de la misión llegase al aeródromo para empezar los preparativos de cara al despegue.
La cápsula y el globo están siendo trasladados por tierra hasta el centro técnico de la misión, situado en las instalaciones de Sage Cheshire Aerospace, en la ciudad californiana de Lancaster. Parte de la documentación gráfica -imágenes, vídeos- se descargó inmediatamente en Roswell y otra parte será extraída en los estudios de FlightLine Films, en Las Vegas, Nevada.
La temperatura, presión y otros datos de los dispositivos de grabación de la cápsula se analizarán durante los próximos meses y la información obtenida se compartirá con la comunidad científica internacional. La cápsula se conservará para la posteridad.
“La góndola de Joe Kittinger de 1960 era como un Ford T, el primer modelo de coche fabricado en serie: práctico y muy resistente”, comentó Wells. “Con un equipamiento sofisticado y sensible y con todos los 'lujos' de la más alta tecnología de vanguardia, la cápsula de la misión Red Bull Stratos se parece más a un superdeportivo moderno. Desde cualquier punto de vista, incluido el técnico, realmente la cápsula hizo todo lo que esperábamos”.
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